Cómo reclamar deudas por trabajos no pagados

Cómo reclamar deudas por trabajos no pagados

Publicado el 31 de agosto de 2025


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Pruebas para acreditar el trabajo

La prueba es el corazón de cualquier reclamación de deudas por trabajos no pagados. Antes de iniciar gestiones, recopila todo lo que demuestre la existencia del encargo, la prestación y la aceptación del resultado: contratos, hojas de encargo, presupuestos firmados o aceptados por email, facturas, albaranes de entrega, partes de trabajo, actas de recepción, certificaciones de obra, entregables digitales con sellos de tiempo y cualquier comunicación donde el cliente apruebe o no objete el servicio.

  • Propuesta u oferta y su aceptación (firma, email, mensajería con confirmación).
  • Factura emitida con detalle, fecha de vencimiento e impuestos.
  • Pruebas de ejecución: fotografías, repositorios, entregables, registros de horas, partes.
  • Conformidades: correos de “OK”, actas de recepción, pagos parciales, feedback positivo.

Si el cliente alega defectos, documenta las correcciones realizadas y los ofrecimientos de subsanación. Los mensajes donde el deudor reconoce la deuda o solicita plazos son valiosos, pues actúan como reconocimiento tácito. En entornos digitales, aporta metadatos y capturas que identifiquen fechas y autores; si lo ves necesario, considera un peritaje para reforzar la autenticidad.

Consejo: crea una “carpeta probatoria” por cliente con: contrato/aceptación, cronología de hitos, facturas, mensajes clave y evidencias de entrega. Mantén un índice interno para localizar todo en segundos.

Cuanto más clara y ordenada esté la prueba, más probabilidades tendrás de cobrar sin juicio. Ante el juez, una línea temporal coherente y documentos consistentes reducen la controversia y potencian las posibilidades de estimación de la demanda.

Requerimiento fehaciente y burofax

El requerimiento fehaciente es el primer gran paso para reclamar deudas por trabajos no pagados. Su objetivo es fijar formalmente la existencia de la deuda, exigir el pago en un plazo y advertir de acciones legales en caso de incumplimiento. El medio más utilizado es el burofax con certificación de contenido y acuse de recibo, que acredita qué se envió, a quién y cuándo fue recibido o intentado.

La carta debe incluir: datos de acreedor y deudor, referencia del trabajo realizado, importe principal, intereses al día, plazo final de pago (por ejemplo, 7–10 días hábiles) y cuenta o método para abonar. Añade la relación de documentos que sustentan la deuda y ofrece, si procede, una vía de solución amistosa (pago fraccionado o dación en pago parcial). Cierra advirtiendo que, transcurrido el plazo, iniciarás reclamación judicial y solicitarás costas e intereses.

  • Usa dirección contractual y cualquier domicilio alternativo conocido.
  • Evita amenazas improcedentes; mantén un tono profesional y preciso.
  • Adjunta copia de factura y prueba de entrega/aceptación.

Truco operativo: envía el burofax y, en paralelo, un email con copia del texto y el resguardo. Muchas empresas reaccionan ante la formalidad y el riesgo de costas.

Un requerimiento sólido aumenta la presión negociadora y, si se llega a juicio, será una pieza que evidencie tu buena fe y la resistencia injustificada del deudor. Si el burofax es rehusado, también genera constancia útil, puesto que suele considerarse intentado el requerimiento.

Cálculo de deuda e intereses

Antes de reclamar formalmente, calcula con precisión cuánto te deben. Parte del principal de la factura o del presupuesto aceptado y define la fecha de vencimiento. A partir de ahí, proyecta intereses: si hay cláusula contractual, aplícala; si no, puedes acudir al interés legal o, en relaciones comerciales B2B, al régimen de morosidad entre empresas, más disuasorio. Incluye también cláusulas penales válidas y gastos razonables de gestión, si el contrato lo prevé.

  • Principal: suma de trabajos aceptados y facturados.
  • Intereses: desde el día siguiente al vencimiento.
  • Penalizaciones: solo si están pactadas y son proporcionadas.
  • Costas: previsibles si se litiga y resultas vencedor.

Para reforzar la seriedad, anexa una liquidación detallada con fechas, porcentajes y fórmula de cálculo. Si existen pagos parciales, descuéntalos y especifica la parte de interés correspondiente. Evita inflación de cifras: la credibilidad es decisiva en negociación y en sede judicial. Si la deuda depende de mediciones (p. ej., certificaciones de obra), acompaña las actas y explica la metodología usada.

Consejo práctico: usa una hoja de cálculo estándar para que cualquiera pueda revisar operaciones. Transparencia y trazabilidad reducen objeciones.

Un cálculo claro facilita cierres amistosos y prepara el terreno para el monitorio o la demanda. Además, si presentas una oferta de pronto pago con ligera quita de intereses, puedes acelerar el cobro sin renunciar al principal.

Negociación y acuerdos de pago

La negociación es una etapa con alto potencial de éxito cuando la deuda es clara y el deudor atraviesa tensiones de liquidez. El objetivo es transformar la promesa difusa en un compromiso documentado y exigible. Propón un calendario de pagos realista, con vencimientos y consecuencias por incumplimiento. Cuando sea viable, solicita un reconocimiento de deuda firmado, que simplifica posteriores acciones judiciales y limita alegaciones futuras.

  • Reconocimiento de deuda con importes, plazos y forma de pago.
  • Garantías: aval personal, pagarés, retención de propiedad sobre entregables.
  • Cláusula de vencimiento anticipado por impago de una cuota.
  • Mecanismo de verificación de pagos (comprobantes y confirmación por email).

Mantén la firmeza sin romper puentes. Diferencia entre clientes con voluntad de pago y morosos contumaces. Si el deudor pide quita, sopesa el coste de oportunidad y el riesgo de insolvencia. Formaliza todo por escrito y evita acuerdos verbales; cualquier modificación deberá quedar firmada. No entregues nuevos trabajos sin garantías si existen impagos previos, salvo estrategia muy calculada.

Tip de cierre: acompaña tu propuesta con una liquidación actualizada y un resumen ejecutivo de tres líneas. Facilitarle la decisión al deudor acelera el sí.

Si la negociación se estanca, deja constancia de los ofrecimientos y vuelve al carril judicial. Esa trazabilidad mostrará tu buena fe y reducirá el margen de maniobra del contrario.

Procedimientos judiciales disponibles

Cuando no se logra acuerdo, el abanico judicial ofrece opciones proporcionales a la cuantía y la complejidad de la deuda. El proceso monitorio es la vía estrella para reclamaciones dinerarias líquidas, vencidas y exigibles, basadas en documentos como facturas, albaranes, presupuestos aceptados o correos de conformidad. Presentas la solicitud con la documentación; si el deudor no paga ni se opone, obtendrás un título ejecutivo. Si hay oposición, el expediente se transformará en juicio verbal u ordinario según cuantía.

  • Monitorio: rápido y documentario; ideal para deudas claras.
  • Juicio verbal: para cuantías medias; vista ágil, prueba directa.
  • Juicio ordinario: para cuantías altas o controversias técnicas.

Si dispones de un reconocimiento de deuda o un título ejecutivo (pagarés, cheques, sentencia previa), puedes ir directamente a ejecución. En determinados supuestos, la mediación o la conciliación ante notario pueden ayudar a cerrar acuerdos con fuerza probatoria. Valora también medidas cautelares si temes vaciamiento patrimonial.

Estrategia: monitorio con prueba sólida, respuesta rápida ante oposición y preparación de testigos y peritajes para el juicio. La anticipación probatoria marca la diferencia.

Elegir el cauce correcto acorta plazos y reduce costes. Un análisis previo de solvencia del deudor también es esencial: litigar sin posibilidades reales de cobro rara vez compensa.

Ejecución y embargos

Ganar el pleito es la mitad del camino: para cobrar, necesitas ejecutar el título. La demanda de ejecución solicita el embargo de bienes del deudor hasta cubrir principal, intereses y costas. Los embargos pueden recaer sobre cuentas bancarias, salarios (con límites de inembargabilidad), créditos frente a terceros, vehículos, inmuebles y mercancías. Un buen rastreo patrimonial —a través de oficios a organismos y registros— aumenta la eficacia.

  • Orden de embargos: saldos bancarios, nóminas, créditos, bienes muebles e inmuebles.
  • Intereses procesales: se acumulan hasta el pago efectivo.
  • Subastas y adjudicación: realización del bien si no se satisface la deuda.

Solicita medidas de localización: información de la Agencia Tributaria, Tráfico y registros. Si detectas movimientos sospechosos, pide diligencias para evitar el vaciamiento. En ejecuciones complejas, conviene un plan con hitos y revisiones periódicas: prioriza embargos líquidos y de rápida conversión a efectivo. No olvides aggiornar la liquidación de intereses conforme avanza el procedimiento.

Punto clave: la constancia en ejecución es rentable. Revisar mensualmente saldos y repetir oficios suele destapar activos con el paso del tiempo.

En ocasiones, una ejecución bien dirigida provoca acuerdos de última hora con pagos inmediatos o planes de abono supervisados judicialmente. Documenta cualquier pago y pide archivo de autos cuando se satisfaga íntegramente la deuda e intereses.

Casos especiales y sectores

No todas las reclamaciones son iguales. En proyectos tecnológicos y creativos, la aceptación suele ser escalonada por hitos; incorpora entregables con sellos de tiempo y actas de conformidad. En construcción y reformas, las certificaciones, mediciones y partes de obra son esenciales; documenta cambios y órdenes de trabajo para evitar discusiones. En marketing y servicios continuados, justifica horas, alcance aprobado y entregables mensuales; los informes periódicos son prueba de valor.

  • Autónomos y microempresas: protege el flujo de caja con anticipos y pagos por hito.
  • Subcontratas: conserva el encargo del contratista principal y la trazabilidad de las tareas.
  • Obra y servicios públicos: respeta pliegos, certificaciones y plazos de reclamación.
  • Economía digital: evidencia acceso, despliegue, commits y publicaciones.

Cuando existan cadenas de pagos (cliente final–contratista–subcontrata), delimita responsabilidades y quién te debe realmente. Si el contratista alega impago del cliente final, revisa si el contrato lo permite como excusa o si mantiene su obligación de pagarte. En colaboraciones entre profesionales, firma una hoja de encargo interna que determine reparto de honorarios y titularidad del cliente.

Prevención sectorial: define bien alcance, criterios de aceptación, calendario y consecuencias por cambios. Lo que hoy previenes mañana no tendrás que litigar.

Finalmente, evalúa solvencia antes de aceptar grandes encargos. Una verificación mínima (historial, impagos, litigios) te permitirá ajustar condiciones: anticipos, garantías o límites de exposición.

Errores frecuentes y buenas prácticas

Muchos impagos podrían evitarse o resolverse con menos fricción si se aplicaran rutinas de prevención y control. El primer error es trabajar sin aceptación clara del presupuesto o sin hoja de encargo; el segundo, no fijar hitos de pago; el tercero, no dejar rastro de la entrega y conformidad; y el cuarto, dejar pasar plazos sin requerir formalmente. La inacción prolongada debilita tu posición y envía al deudor el mensaje equivocado.

  • Exige aceptación escrita del presupuesto, con alcance y plazos.
  • Factura puntualmente y marca recordatorios previos al vencimiento.
  • Documenta entregas y conformidades con fecha y responsable.
  • Escala a burofax tras el primer recordatorio fallido.

Implementa plantillas: presupuesto, acta de aceptación, parte de trabajo y requerimiento fehaciente. Utiliza herramientas que automaticen avisos y generen evidencias (sellos de tiempo, acuses). Evita conceder descuentos improvisados sin contraprestación (p. ej., pronto pago inmediato). Si aceptas fraccionamientos, añade garantías y cláusula de vencimiento anticipado.

Checklist express: aceptación escrita, hito–pago, entrega evidenciada, recordatorio, burofax, monitorio, ejecución. Mantén el orden y te será difícil perder el rumbo.

Por último, mide. Registra tasa de cobro, días de pago y morosidad por cliente. Esta inteligencia operativa guiará decisiones futuras: condiciones más estrictas, anticipos o incluso dejar de trabajar con perfiles de riesgo.

Preguntas frecuentes

¿Puedo reclamar sin contrato firmado? Sí, siempre que existan pruebas suficientes del encargo y de la prestación: presupuestos aceptados por email, facturas, albaranes, mensajes de conformidad, entregables con fecha. La consistencia documental es más importante que la forma.

¿Qué vía es más rápida para importar deudas claras? El proceso monitorio, por su diseño documentario. Si el deudor no se opone, obtendrás título ejecutivo con rapidez. En caso de oposición, pasarás a juicio, pero ya con la prueba ordenada.

¿Puedo añadir intereses y gastos? Sí. Aplica lo pactado contractualmente; si no hay pacto, valora el interés legal o el régimen de morosidad entre empresas. Los gastos de gestión solo si están previstos; las costas pueden imponerse en juicio al vencido.

¿Qué hago si el deudor es insolvente? Revisa solvencia antes de litigar. Si ya tienes título, ejecuta y embarga los bienes disponibles. A veces conviene un acuerdo con garantías o un plan de pagos que capture ingresos futuros.

¿Sirve un reconocimiento de deuda? Mucho. Simplifica la reclamación y reduce defensas del deudor. Procura que esté firmado por quien ostenta facultades y que recoja importes, plazos y consecuencias por incumplimiento.

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